Cuatro palabras que escuchamos constantemente en nuestro entorno actual, especialmente si estamos en una posición donde buscamos nuevas oportunidades.
Ser creativo o tener una gran imaginación son grandes atributos para cualquiera, y es importante tener elementos así en cualquier organización. Sin embargo, tener una idea o inventar algo no es necesariamente innovación.
¿Cómo podemos distinguir entre estos cuatro conceptos?
Saber cuándo y cómo aplicar cada uno puede ser la clave para la verdadera innovación. De otro modo, como nos ha demostrado la historia, el seguir a ciegas una idea o un invento que parece prometedor resulta, generalmente, en un fracaso y en una pérdida de tiempo y recursos.
Diferencias
Para evitar desviarnos del camino hacia la innovación y aprovechar nuestros recursos es importante diferenciar estos cuatro conceptos. A continuación los planteamos de manera muy básica la que creemos que es la mejor forma para discernir entre cada una:
Invención. Es la creación de algo nuevo capaz de producir efectos específicos: nuevas formas de hacer las cosas, extensiones de cosas que ya existen o incluso nuevas formas de obtener nuevos resultados.
Imaginación. Permitir a la mente concebir ideas que estimulan las percepciones para tratar de predecir cómo serán las cosas en diferentes escenarios.
Creatividad. Emplear los recursos posibles en encontrar nuevas soluciones para uno o más problemas o retos.
Innovación. Tiene un valor y puede ser útil al aplicarlo con el fin de llegar a una meta u obtener un resultado.
Tenerlo claro
Una vez separados estos conceptos, nos podemos dar cuenta del valor de cada uno. Contar con inventos constantes, elementos con mucha imaginación y un entorno creativo pueden ser una gran ventaja para nuestra organización, pero hay que tener en claro que no son lo mismo que estar innovando.
La innovación, como dice su definición, tiene un valor agregado y tiene un entregable. Es decir, alcanzar la verdadera innovación no es tan sencillo como lanzar una lluvia de ideas o imaginarnos cualquier cosa que nos ayude a algo. La verdadera innovación llega cuando podemos entregar algo nuevo y, además, esto nos da simultáneamente un beneficio que se considera valioso para nuestra organización.
Tener en claro qué es lo que realmente está pasando en nuestra organización es crucial para poder acercarnos a la innovación. Tal vez estamos inventando mucho, pero esto no nos está entregando nada, o puede ser que estemos demasiado enfocados en encontrar nuevas ideas (que no serán del todo útiles) y desperdiciando recursos. Estar conscientes de ello puede generar un gran cambio.
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